La compleja operación de la red Chain Home

Recojo aquí un extracto del contenido del Capítulo 3 de mi libro “El Radar en la historia del siglo XX. Una de las armas decisivas de la Segunda Guerra Mundial

En un artículo anterior hemos visto las características principales de la red de alerta temprana Chain Home. En este veremos algunas peculiaridades del funcionamiento del sistema. La figura muestra diferentes operarios de CH en algunas de las estaciones de seguimiento.

Izquierda: Un oficial supervisa el trabajo de varias operadoras que trazan las rutas de los aviones alemanes en la estación del CH situada en Bawdsey, Suffolk, Inglaterra. Derecha: Sala de receptores en una estación del CH de la costa este, en plena operación de los equipos

1.- El Centro de filtrado

La información suministrada por todas las estaciones de la cadena se enviaba al centro del Mando de Caza en Bentley Priory. Debido a las deficiencias de los primeros equipos de radar y los “puntos ciegos” en la cobertura de cada una de las estaciones del sistema, ya mencionados en el artículo anterior, se consideró esencial combinar la información de todas las estaciones en un punto central. Esto se hizo en el “Centro de Filtrado” (Filter room).

Imagen de la sala de filtrado de la red CH

El “Centro de Filtrado” era una gran sala subterránea construida en un edificio a prueba de bombas en la que se montó una gran mesa central cuya superficie era un mapa de Gran Bretaña marcado con cuadrículas. Un equipo de trazadores (personal que se encargaba de seguir las trayectorias de las formaciones alemanas), cada uno con una conexión telefónica a cada una de las estaciones de radar del sistema, se colocaba alrededor de la mesa en posiciones correspondientes a las ubicaciones geográficas de cada una de las estaciones de CH. Mientras un trazador recibía datos por teléfono correspondientes a un avión o formación de aviones concretos, colocaba marcadores en forma de discos de colores en las posiciones de la cuadrícula correspondientes a los informes recibidos para señalar al avión o la formación en cuestión. Por lo general, sucedía que dos o más estaciones de la cadena seguían simultáneamente la misma formación, de modo que varias operadoras (eran todas mujeres) podían estar anotando datos que representaban al mismo avión o grupo de aviones. Debido a los errores en el sistema y a los retrasos que ocurrían durante el proceso de seguimiento de la trayectoria, la interpretación de las montañas de discos y su traducción a número y situación de las aeronaves de la Luftwaffe no era una tarea fácil.

Un determinado número de oficiales especializados, conocidos como filtradores, se colocaban al lado de las mujeres trazadoras y decidían cómo resolver los posibles conflictos de interpretación de los datos, por ejemplo, si dos trayectorias adyacentes estaban realmente separadas o representaban el mismo avión. Después de analizar la información, el filtrador ponía en el mapa una pequeña placa que mostraba su mejor estimación de la identidad, posición, altura, velocidad y número de aviones en la formación. El trabajo de los filtradores requería una comprensión considerable del rendimiento de cada una de las estaciones de la cadena, así como tener una buena información actualizada de la situación en la que se encontraba cada una de ellas.

Izquierda: vista superior de la sala de filtrado, con los filtradores bien visibles junto a las operadoras del sistema. Derecha: La sala de filtrado en pleno trabajo

Este vídeo muestra la sala de filtrado en plena operación:

Todo este proceso era observado por las denominadas “oficinas de filtrado”, que se situaban en una especie de balcón con una vista panorámica del mapa con cuadrículas señalado anteriormente. Una vista de esta sala ha aparecido en varias películas de la época, por ejemplo, en la célebre “La Batalla de Inglaterra” de 1969. Con toda la información recopilada, eran capaces de dirigir las operaciones de todo el CH y decidir qué formaciones debía rastrear y seguir cada una de las estaciones de la cadena.

2.- Complejidades adicionales

La compleja naturaleza de las correcciones necesarias a realizar en la trayectoria de cada avión, unido al requisito de rapidez y precisión necesarias para realizar todas estas correcciones, llevó a los británicos a diseñar e instalar lo que quizás sea el primer dispositivo destinado a la interpretación en el uso de los datos proporcionados por el radar, a diferencia de la recopilación y visualización de esos datos. Esta es la denominada “máquina de la fruta”, una complicada máquina electromecánica diseñada para realizar cálculos, compuesta por interruptores y relés de equipos de teléfono estándar, se muestra en la figura:

Calculadora electromecánica del CH, conocida como “Fruit Machine

Habitualmente, la información suministrada y depurada en el Centro de Filtrado se contrastaba con la proporcionada por el Observer Corps, un grupo de miembros que realizaban una observación visual de los aviones. En general, el funcionamiento de este sistema fue mucho más complejo de lo que podría deducirse de esta breve descripción. Incluso en el caso ideal de que las estaciones de CH hubieran sido perfectas, aún habría sido difícil interpretar varios cientos de gráficos cada minuto, todos sujetos a retrasos y a los errores personales de los observadores. Dificultades bastante triviales resultaron sorprendentemente difíciles de superar.

A pesar de la gran cantidad de personas implicadas en el funcionamiento del sistema y ​​su abundante uso de líneas telefónicas para la comunicación de la información, sus limitaciones operativas fueron severas. En condiciones de densidad moderada de aeronaves, un buen oficial de filtrado con una buena organización podría realizar la labor de seguimiento con una precisión no mejor de un 70%. Cuando el número de aviones era escaso y, por lo tanto, las “parcelas” del mapa a seguir eran pocas, la precisión era excelente y la única objeción al sistema era el inevitable retraso en la presentación de la información. Por el contrario, en condiciones de alta densidad de aeronaves, el sistema fallaba y era común dejar de informar en ciertas áreas donde la densidad era tan alta que el filtrado era imposible.

En todo caso, la verdadera ventaja del sistema CH era precisamente el Centro de Filtrado, es decir, la forma de utilizar la información proporcionada por las estaciones de la cadena que, por sí solas, no eran efectivas para resolver y localizar objetivos. Es decir, los británicos habían desarrollado una ventaja decisiva sobre los alemanes en ladoctrina de utilización de la información, pero no en el equipo en sí, ya que el radar Freya alemán era técnicamente superior.

El sistema CH era capaz de informar sobre la aproximación de aviones con una anticipación de unos 20 minutos, tiempo suficiente para que los cazas interceptaran su objetivo. Pero el CH no era lo suficientemente sensible como para determinar ni la cantidad de aviones ni su tipo. Para este objetivo, los británicos se basaron en la escucha en la banda de alta frecuencia de las comunicaciones entre las tripulaciones de los aviones. Mediante la intercepción de estas comunicaciones, los británicos recibían hasta con dos horas de antelación información detallada sobre los números de aviones, rutas iniciales de vuelo e identidad de las formaciones de ataque.

Otra de las grandes limitaciones del sistema CH era la detección de los vuelos efectuados a baja altitud, lo que fue mejorado al establecer una cadena adicional de baja altitud, que se denominó CH Low, que cubría todo el canal y que llenaba los vacíos de cobertura de las formaciones volando en vuelos cerca de la superficie. CHL trabajaba a una frecuencia superior (200 MHz) que la red original CH, lo que facilitó que las antenas fueran de tamaño mucho más reducido, posibilitando el giro de esta para buscar posibles ecos de objetivos. Se muestra en la figura:

La instalación del radar Chain Home Low en Hopton-on-Sea, 1945. La estación está equipada con dos conjuntos de antenas, el transmisor en la parte superior de la torre de acero de 55 m. (la torre del centro de la imagen) y el receptor en un pórtico de madera de 6 m. de altura junto al bloque de operaciones en la parte inferior derecha de la imagen

3.- Epílogo

Gran Bretaña tomó la decisión arriesgada de fiar su sistema de defensa aérea a una tecnología nueva, como era el radar en la década de 1930. Sin embargo, su apreciación de las capacidades y el papel que podía jugar en la defensa aérea fue decisiva en 1939.

A pesar de sus limitaciones, el CH fue un logro notable: se planificó, desarrolló, diseñó, fabricó e instaló justo a tiempo para enfrentarse al ataque de la Luftwaffe en 1940 y 1941. No puede haber ninguna duda de que, sin el CH, Gran Bretaña no habría sobrevivido. Gracias a Henry Tizard, R. Watson-Watt y muchos otros, se pudo forjar un sistema de la magnitud y complejidad de CH en el poco tiempo disponible.

El sistema funcionó lo suficientemente bien como para poder dirigir a los cazas defensores en la Batalla de Gran Bretaña con tanto éxito que obligaron a la Luftwaffe a abandonar las incursiones diurnas en favor del bombardeo nocturno, comenzando así la segunda fase de la batalla que se denomina por ciertos autores la “Batalla de los rayos”, que otros denominan el Blitz, aunque esto puede inducir a confusión, pues es frecuente encontrar que por Blitz se entienda la fase del bombardeo de las ciudades británicas, que empezó con el bombardeo diurno de Londres el 7 de septiembre de 1940.

Publicado por Ignacio Mártil de la Plaza

Soy Doctor en Física (1982) y Catedrático de Universidad (2007) en el área de Electrónica. Realizo mi actividad docente e investigadora en la Universidad Complutense de Madrid, de carácter marcadamente experimental, en el campo de la física de los semiconductores. Soy especialista en propiedades eléctricas y ópticas de estos materiales, así como en dispositivos electrónicos y opto-electrónicos basados en ellos, siendo mi principal objetivo en la actualidad el estudio de conceptos avanzados en células solares. Mi trabajo científico se concreta en los siguientes indicadores principales: soy co-autor de más de 160 artículos científicos publicados en revistas de alto impacto de ámbito internacional; he presentado más de 100 Ponencias en congresos internacionales; he participado y participo, como Investigador Principal o como miembro del equipo investigador, en 25 proyectos de investigación financiados con fondos públicos en concurrencia competitiva; he dirigido 7 Tesis Doctorales; finalmente, soy evaluador de publicaciones (“referee”) de 15 revistas científicas internacionales. Fuera del ámbito académico, tengo un blog personal de divulgación científica en el diario Público, (“Un poco de ciencia, por favor”); soy colaborador de El País, OpenMind, El Confidencial, El Periódico de la Energía, etc. En las Redes Sociales, tengo perfiles en Instagram, Twitter, YouTube y Facebook, en este último caso, con más de 775.000 seguidores.

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