Durante el año 1942, británicos y canadienses llevaron a cabo dos acciones en el Canal de la Mancha, vinculadas con el radar, que repercutirían decisivamente durante el Día D: la captura de un radar Würzburg intacto en Bruneval y el ensayo de desembarco en Dieppe. Esta es la historia.
1. ¿Tienen radar los alemanes?
Con la derrota de Francia, el Canal de la Mancha se convirtió en la tierra de nadie de la Segunda Guerra Mundial. Al igual que en las trincheras de 1914-1918, las patrullas de los contendientes buscaban al enemigo en barco o en avión, en lugar de arrastrarse por el barro. En ambas orillas se colocaron los elementos tangibles de la anterior guerra de desgaste: alambre de espino, minas, puestos de ametralladoras, trincheras y aburrimiento. También, en ambos bandos los técnicos instalaron receptores para grabar cualquier transmisión que pudiera hacer el enemigo, mientras otros se dedicaban a descodificarlas.
Un nuevo componente de esta guerra electrónica fueron las unidades de inteligencia de señales especializadas en radares. Los alemanes habían empezado a hacerlo antes de la Batalla de Inglaterra y habían identificado rápidamente las cadenas CH y CHL. Por el otro lado y durante algunos meses, entre los británicos subsistió la creencia general, no cuestionada en los niveles superiores de mando, de que los alemanes no tenían radar. Esta creencia no era compartida ni por el Telecommunications Research Establishment (TRE), donde el radar había perdido su misticismo, ni por la Royal Navy. En el TRE habían detectado la emisión del Seetakt a finales de 1940. También habían detectado señales del radar Freya pero las habían confundido con emisiones de equipos británicos de frecuencias similares, y su identificación definitiva como radar no se confirmó hasta febrero de 1941. La prueba concluyente tenía que ser una fotografía, para lo que la RAF contaba a finales de 1940 con una eficiente Unidad de Reconocimiento Fotográfico. Este grupo de pilotos, que volaban Spitfires desarmados, podía colarse en las zonas más fuertemente vigiladas para tomar fotografías, que luego entregaban a los especialistas.
Una vez que se tuvo la certeza de que las emisiones del Freya eran de un radar, el 22 de febrero de 1941 se pudo obtener una imagen en primer plano de una de las estaciones, lo que acabó por convencer a las altas esferas del mando británico. Esta es la imagen:

Fotografía de reconocimiento aéreo a baja altura de las instalaciones del radar Freya en Auderville, Francia
El éxito de la inteligencia electrónica por estaciones terrestres exigía una comprobación, lo que implicaba equipar aviones con receptores adecuados. A tal fin se equipó un escuadrón de bombarderos Vickers Wellington, que se ganaron el nombre de Ferret (Hurón) para este tipo de aviones y comenzaron a buscar emisiones en un amplio espectro de frecuencias. En octubre de 1941 esta inteligencia electrónica había localizado 27 estaciones Freya.
El 7 de mayo conocieron la existencia del Würzburg, a partir de unas transmisiones pulsadas de 560 MHz desde nueve ubicaciones, pero no aparecieron antenas en el tipo de cobertura fotográfica que había dado las primeras pistas de Freya. La información obtenida de los Ferret indicaba que el Würzburg tenía un haz mucho más estrecho que el Freya, lo que hizo sospechar que se trataba de un equipo superior ya ampliamente desplegado, posiblemente la causa de la desconcertante velocidad con la que los reflectores antiaéreos estaban iluminando los bombarderos británicos en sus incursiones nocturnas sobre Alemania. Las características del Freya eran bastante fáciles de entender a partir de sus emisiones, pero este nuevo equipo era sorprendente, la necesidad de disponer de más información y de una imagen se convirtió en una necesidad imperiosa.
2. A la “caza” del radar Würzburg: Operación Biting
A finales de 1941, un cuidadoso estudio de una estación Freya reveló la presencia de un objeto cercano y aparentemente asociado a ella, pequeño pero lo suficientemente curioso como para que R.V. Jones (uno de los principales responsables de la inteligencia electrónica británica) insistiera en tener un primer plano del equipo. Esto requirió dos vuelos para tener éxito, pero el segundo le dio a Jones la imagen que quería. Esta primera vista de un Würzburg reveló dos elementos clave: el aparato era efectivamente pequeño y estaba situado cerca de la playa.

Imagen oblicua a baja altura del radar «Würzburg» cerca de Bruneval, Francia, tomada el 5 de diciembre de 1941

Ubicación geográfica de Bruneval
¿Podría ser capturado, o al menos, algunos de sus componentes importantes, en una incursión de comandos? Una incursión encajaba con los deseos de Churchill de agitar las defensas costeras alemanas tanto como fuera posible, por lo que la petición llegó a Lord Louis Mountbatten, Jefe de Operaciones Combinadas, quien se mostró favorable a la operación y ordenó los preparativos.
La incursión tuvo lugar la noche del 27 al 28 de febrero de 1942 y fue un éxito rotundo. Los atacantes conocían la disposición de la guarnición por las fotografías aéreas y los informes de los agentes de la resistencia francesa, y la tomaron completamente por sorpresa. El Würzburg entero era demasiado grande para ser transportado, pero los módulos del transmisor y del receptor se retiraron fácilmente y el alimentador de la antena, que tenía el dipolo, fue cortado con una sierra. Los especialistas de radar del comando hicieron bocetos comprensivos y tomaron un par de fotos. Cargaron el equipo capturado en un carro traído al efecto y condujeron con él a un operador del Würzburg a las lanchas de desembarco en las que huyeron.
Los resultados obtenidos aportaron cuatro datos importantes. El primero y más importante es que el Würzburg era un aparato de frecuencia fija con una banda muy estrecha en la que se podía sintonizar. El segundo, no tenía circuitos diseñados para hacer frente a las contramedidas. El tercero, era un equipo extremadamente bien diseñado, con un diseño modular que permitía aislar los fallos y repararlos con suma facilidad. El cuarto, el operador prisionero, aunque extremadamente cooperativo, tenía escasa competencia técnica. Estas dos últimas características eran justo lo opuesto al procedimiento británico, que consistía en llevar los diseños de prototipos a la producción lo más rápidamente posible y hacerlos funcionar por personal altamente cualificado. La incursión reportó otra ventaja. A partir de esta acción, las estaciones de radar alemanas quedaron fuertemente atrincheradas, por lo que resultaron fáciles de detectar desde el aire, aunque también difíciles de capturar.
La consecuencia más inmediata de la captura fue el diseño de contramedidas para cegar al Würzburg, consistente en pequeñas hojas metálicas de media longitud de onda de tamaño. Se denominó “Window” y se probó por primera vez con éxito rotundo durante el bombardeo de Hamburgo de julio de 1943 (Operación Gomorra).
3. La incursión a Dieppe
Con las primeras luces del día, el 19 de agosto de 1942, lanchas de desembarco tocaron la playa en el puerto de Dieppe, más o menos al mismo tiempo que desembarcos similares al este y al oeste de la ciudad. Fue una acción similar a otras en el canal durante los meses anteriores, pero ésta fue llevada a cabo por una división, casi en su totalidad por la 2ª División canadiense con algunos comandos británicos y una fuerza simbólica de Rangers americanos. El interrogatorio de un oficial aliado prisionero planteó una pregunta: “¿Qué era? Era demasiado grande para una incursión y demasiado pequeña para una invasión”. La respuesta es elocuente desde hace décadas: “Cuando lo sepas, dímelo”. Fue un desastre para Canadá ‒de los canadienses que participaron, el 68% fueron bajas‒ tan grande en proporción a la población de la nación como lo fue la guerra de Vietnam para EE. UU. y dejó una cicatriz psicológica tan grande como la de Vietnam.
La historia del uso del radar en Dieppe consta de tres partes: (1) el uso operativo del radar por parte de las fuerzas británicas y alemanas, (2) la información técnica obtenida por los asaltantes y (3) el efecto en el uso posterior del radar, específicamente para la invasión.
La vigilancia costera alemana era responsabilidad de la Kriegsmarine, que instaló equipos Seetakt en la costa francesa, los primeros fueron destinados a las baterías de cañones pesados de Cap Gris Nez y Calais, y también fueron los primeros detectados por la inteligencia de señales británica. Estos radares se utilizaban para detectar buques de superficie en el mar. Seetakt fue el nombre dado al primer radar naval de GEMA, que describía su finalidad. Posteriormente, otros modelos de radar que cumplían el mismo propósito, también se describen confusamente como Seetakt. Existían varias versiones del Seetakt básico, cuyas designaciones fueron FuMO 1-5, todas utilizados como vigilantes costeros de barcos enemigos. Solían llevar el nombre de ciudades costeras francesas, como Calais, Dunkerque, Boulogne, etc.

FuMO 4 Dunkirchen. La antena de 6.5 × 3.2 m tenía ocho filas de dieciséis dipolos horizontales, que permitían un alcance de 20-30 km, ya que el equipo reducía las interferencias provocadas por las olas del mar
Los británicos sabían que había un par Freya-Würzburg de la Luftwaffe en Pourville, al oeste de Dieppe, el lugar del desembarco en Green Beach. Aunque se trataba de un aparato de alerta aérea, este Freya era capaz de observar grandes naves de superficie a 30 km como consecuencia de su espléndida ubicación en un acantilado, más o menos la capacidad del Würzburg, pero la orden de operaciones aliada no preveía ningún tipo de contramedidas contra el radar alemán. Esta actitud resultó especialmente desconcertante porque la sorpresa total era crucial para la operación, ya que no iba a haber ningún bombardeo preliminar.
Las estaciones Freya informaban de los movimientos aéreos y las estaciones Seetakt de los movimientos de superficie, aunque después de la incursión de Bruneval se hicieron modificaciones locales para que las estaciones de la Luftwaffe informaran de la actividad marítima a los centros de seguimiento de la Kreigsmarine. La estación Freya, avistó la flotilla justo después de la medianoche y a las 3.30 decidió que se trataba de una incursión de envergadura. Su informe al centro de trazado de la Kriegsmarine fue ignorado porque pensaron que se trataba de un convoy costero que se dirigía a Dieppe desde Boulogne. Es decir, el radar alemán no contribuyó en nada a alertar a la guarnición a pesar del informe y la insistencia del comandante del radar de alerta. Por su parte, los británicos no intentaron ninguna interferencia o engaño a pesar de la importancia de la sorpresa. El resto es la historia de un desastre sin paliativos.
Una de las grandes enseñanzas de Dieppe, es que la poca importancia que se dio al radar en la preparación de esa acción no se repitió en la planificación de la invasión de Normandía, algo menos de dos años después. La invasión contó con un plan detallado contra el radar alemán a todos los niveles y utilizó interferencias y engaños en las formas más avanzadas, tal y como he descrito detalladamente en cuatro artículos, que se pueden consultar en este enlace.