El radar en el desembarco de Normandía (2/4): Operaciones de engaño al radar alemán

Enlace al artículo 1/4; enlace al artículo 3/4; enlace al artículo 4/4

Desde el principio de la concepción de la operación de desembarco, se construyó una elaborada artimaña ―bajo el nombre en clave de Operación Fortitude―,para que Calais pareciera el lugar seleccionado para la invasión, lo que implicó la creación de un ejército ficticio en Kent. En esta maniobra, la interferencia al radar alemán no estuvo presente, antes al contrario, lo que se pretendía era que mediante discretas transmisiones de radio asociadas a este supuesto ejército, los oficiales de inteligencia alemanes los “descifraran” según los deseos de los Aliados.

En paralelo con esta maniobra de distracción, el mando aliado era consciente de que en algún momento, la flota que llegara a Normandía sería observada, más que probablemente por unos cuantos aparatos Seetakt y Wassermann (ver la figura del despliegue del radar alemán en el artículo anterior) que no estuvieran destruidos o que se hubieran reparado a tiempo. Por tal razón se diseñó y llevó a cabo la enorme operación de engaño basada en el radar, descrita en el párrafo previo., con la idea de hacer creer a los alemanes que el falso ejército de Kent sería la fuerza principal de desembarco en la zona de Calais.

1. Operaciones de engaño en el Paso de Calais y en el cabo Antifer (Glimmer y Taxable)

El plan para las operaciones de engaño, incluidas las «flotas falsas» Taxable y Glimmer, y los aviones dotados del sistema de interferencia Mandrel (ver texto para una explicación detallada). La Operación Titanic consistía en dejar caer maniquíes (“Rupert”) detrás de las líneas enemigas en el norte de Francia para crear más confusión. Cada «Rupert» llevaba altavoces que reproducían en bucle grabaciones de sonidos de batalla y petardos que detonaban aleatoriamente

Fueron dos operaciones diseñadas por el físico británico Robert Cockburn, artífice de una de las principales armas de interferencia aliada,  Window, conocido por los estadounidenses como Chaff, pequeños haces de tiras metálicas que podían provocar un eco de radar similar al de un avión, que se introdujo por primera vez durante la Operación Gomorra del bombardeo de Hamburgo en julio de 1943 para confundir al radar Würzburg alemán, resultando un éxito rotundo. Para que tuvieran éxito, hubo que dejar operativos a los radares alemanes que debían detectar a ambas flotas ficticias.

Mientras que la destrucción sistemática de la red de radares alemanes en Francia y Bélgica seguía su curso, el Dr. Cockburn y su equipo del Telecommunications Research Establishment (TRE) daban los últimos toques a una de las piezas más elaboradas de engaño electrónico jamás utilizadas: la simulación en el radar alemán de dos enormes «flotas» fantasma, para desviar la atención de las principales zonas de desembarco aliadas. Obviamente, la forma más sencilla de lograr este objetivo hubiera sido utilizar un gran número de buques de tamaño natural, pero la invasión puso al límite los recursos navieros aliados y no se pudo prescindir de buques de gran tamaño para este fin. Cockburn ideó un método para producir un enorme eco de radar, similar al de un gran conjunto de buques, pero sin utilizar buques reales. Lanzando láminas de metal ―ajustados en longitud para producir ecos en los radares de alerta temprana alemanes― desde aviones que volaban sobre trayectorias cuidadosamente calculadas, esperaba construir un enorme reflector de radar que cubriera un área de 25 por 25 km (625 km cuadrados).

El radar de vigilancia costera alemán más importante era el Seetakt, que operaba en la banda de 370 MHz, y Cockburn planeó su suplantación de «flota» fantasma principalmente contra ese equipo, aunque esperaba que también tuviera éxito contra otros radares alemanes. Para asegurar que el avance de la flota de engaño procedía a la velocidad de una nave, se requería un vertido de chaff extraordinariamente preciso, que a su vez exigía una navegación extraordinariamente precisa, lo que requirió el uso del sistema GEE (describiré este sistema en el siguiente artículo) para lograrlo. No se olvide que las tiras metálicas se arrojaban desde aviones que viajaban a velocidades muy superiores a las de cualquier barco.

El plan preveía que las nubes de tiras metálicas de Window ―cortadas a las medias longitudes de onda de los Seetakts y los Würzburg― tenían que ser arrojadas por aviones volando a 290 km/h, a un ritmo de 12 paquetes por minuto, para que el eco en el radar alemán fuera interpretado como debido a una flota verdadera. En total, la operación de simulación de la flota fantasma completa requería ocho aviones, divididos en dos oleadas. La primera oleada de cuatro aviones volaría en fila a 3 km de distancia entre ellos, y 12 km por detrás vendría la segunda oleada en una formación similar. Para simular el avance de la supuesta flota, las dos oleadas de aviones debían volar en una serie de patrones de vuelo de aspecto similar a una pista de carreras. Cada órbita completa debía durar 7 minutos.

Unos cálculos algo laboriosos demuestran que con ese patrón de vuelo, la formación ―y, por tanto, la flota fantasma― avanzaría a una velocidad de 15 km/h, lo que le daría un aspecto verosímil de avance. Para añadir realismo a la parodia, otros aviones orbitarían sobre el Canal de la Mancha emitiendo interferencias en las frecuencias de los radares alemanes de alerta temprana (la operación Mandrel, ya descrita en el artículo anterior, recogida en la primera figura de este artículo). Las posiciones de estas órbitas estarían lo suficientemente lejos de los radares alemanes situados en Calais como para que sus operadores pudieran distinguir la falsa «flota de invasión» a través del manto de interferencias. Y al mismo tiempo, suficientemente cerca de los radares situados en Normandía, a fin de cegarlos por completo.

Ruta de vuelo de la operación «Glimmer”

En mayo de 1944, Cockburn probó su estrategia dirigiendo una «flota» fantasma hacia unos radares alemanes capturados Seetakt, Freya y Würzburg, instalados en Escocia. En esta prueba, los operadores de radar sabían que estaban viendo una flota de invasión simulada. La siguiente etapa consistió en probar la falsificación con operadores de radar a los que no se les había dicho qué iban a observar. Ocho bombarderos hicieron volar una «flota» fantasma contra un radar británico de Tipo 11 situado en la costa de Yorkshire. Este radar operaba a una frecuencia de 565 MHz y era el equipo británico más parecido al Würzburg Gigante, que trabajaba a 560 MHz. Los desprevenidos operadores informaron de que los ecos en sus pantallas procedían de un convoy muy grande, mucho mayor que cualquiera que hubieran visto antes. Ahora Cockburn y su equipo podían estar razonablemente seguros de que la falsificación tenía muchas posibilidades de funcionar contra los operadores de radar alemanes.

Radar Tipo 11 británico. Para evitar las interferencias enemigas, el Tipo 11 fue diseñado para operar en la misma banda que el Giant Würzburg alemán

Poco antes de la invasión, Cockburn obtuvo equipo adicional para ayudar con sus parodias: cuatro lanchas de alta velocidad y catorce lanchas más pequeñas, que no eran necesarias para otras tareas en la mañana de la invasión. Para añadir realismo a las flotas fantasma, los ingenieros del TRE equiparon las lanchas de rescate con repetidores «Moonshine» (Moonshine era un dispositivo electrónico que podía devolver y multiplicar un pulso de radar alemán de forma que un solo barco aparecía en las pantallas de radar como una gran flota de barcos) sintonizados con el radar Hohentwiel de 550 MHz que llevaban los aviones alemanes de patrulla marítima. Cada lancha remolcaba también un flotador con un globo «Filbert»: un globo de barrera naval de 9 metros de largo con un reflector de radar de 2.75 m de diámetro montado dentro de la envoltura para producir un eco de radar similar al de un gran buque. Cuando las flotas fantasma llegaron al final de trayecto, a unos 15 km de la costa de Francia, las lanchas anclaron los flotadores con los globos «Filbert». A continuación, tendieron una cortina de humo y emitieron por altavoces grabaciones de los chirridos, traqueteos y chapoteos propios de un gran número de buques que echan el ancla.

Un Globo de barrera de Filbert con reflector de radar en su interior

En las horas previas a la invasión, las dos armadas fantasma «zarparon». La mayor de ellas, la Operación Taxable, empleó ocho bombarderos Lancaster y se dirigió a Le Havre. Para reducir las posibilidades de fallo, cada avión llevaba dos equipos GEE. La otra operación (Glimmer) fue llevada a cabo por seis bombarderos Stirling, que se dirigieron a un punto al sur de Boulogne.

Un bombardero Lancaster soltando tiras de interferencia “Window”

Además y volando al norte de las flotas de invasión real y de las fantasmas, había cuatro B-17 estadounidenses y 16 Stirlings de la RAF. Estos aviones montaron el sistema de interferencias Mandrel para cubrir las diversas operaciones, con señales deliberadamente debilitadas hacia el este para permitir a los operadores alemanes observar las falsificaciones Taxable y Glimmer. Todo fue interpretado por los operadores del radar germano tal y como se esperaba.

2. Operaciones de engaño adicionales

Mientras las flotas Taxable y Glimmer avanzaban hacia la costa de Francia, otras operaciones de distracción estaban en marcha. 29 bombarderos Stirling y Halifax de la RAF organizaron falsas invasiones aéreas ―denominadas Titanic― en las zonas de Caen y en el cabo Antifer. En su camino hacia las «zonas de lanzamiento», los bombarderos soltaron grandes cantidades de Window, para aumentar el tamaño aparente de la fuerza en los radares enemigos de alerta temprana. En las zonas de aterrizaje falsas descargaron paracaidistas ficticios (denominados “Rupert”) equipados con fuegos artificiales especiales, que explotaron para emitir explosiones simulando combates en tierra.

Finalmente, para aislar a los cazas nocturnos alemanes de las zonas de lanzamiento reales, 29 bombarderos Lancaster y B-17 de la RAF crearon una pantalla de interferencia de comunicaciones sobre el este de Francia, entre Dieppe y el río Somme. Los aviones patrullaron la zona durante cuatro horas y media, volando a altitudes ~8.000 m para asegurarse de que los cazas nocturnos de la Luftwaffe que operaban al oeste de la pantalla de interferencia no recibían instrucciones de los controladores de tierra situados al este de la misma. Los controladores de la Luftwaffe cayeron en la trampa y dirigieron sus cazas nocturnos hacia la formación de “bombarderos fantasma” sobre el este de Francia. Pero una vez que los cazas llegaron a la zona del bloqueo de las comunicaciones dejaron de recibir instrucciones desde tierra, por lo que se vieron obligados a regresar a sus bases. Mientras tanto, la flota aérea auténtica, integrada por más de 1.000 aviones de transporte cargados con paracaidistas y equipo, muchos de ellos remolcando planeadores, pudieron hacer saltar a los paracaidistas y regresaron a Inglaterra sin perder ni un solo avión de transporte por el ataque de los cazas nocturnos. Esto lo veremos con más detalle en el próximo artículo.

3. Resultados de las operaciones de engaño

Más tarde se supo que el engaño dirigido hacia Le Havre (Taxable) no había sido detectada porque los ataques a las estaciones de radar de esa zona habían sido demasiado eficaces, pero las estaciones de Calais sí pudieron informar de la amenaza de la flota Glimmer. Gracias a estas maniobras de engaño, se obtuvieron unas horas vitales de confusión, con el resultado de que las fuerzas alemanas situadas en el Paso de Calais recibieron una orden de alarma de invasión a las 23:00 horas del 5 de junio, mientras que las de Normandía no recibieron tal orden hasta que el desembarco ya estaba en marcha.

La contribución del plan de engaño al éxito del desembarco fue inmensa. Era crucial intentar que las reservas alemanas estuvieran lo más dispersas posible, permitiendo a los Aliados establecer una cabeza de playa adecuada, avanzar y seguir desembarcando tropas, equipos y suministros y en ese sentido los engaños tuvieron un éxito extraordinario. El resto de la historia es bien conocida. Una vez que las tropas aliadas establecieron una cabeza de playa en Normandía, los alemanes no pudieron rechazarlos. Al sembrar la confusión e impedir que los mandos alemanes obtuvieran una información precisa de los movimientos aliados, las operaciones de contramedidas al radar alemán ayudaron decisivamente al desembarco. Para los estudiosos de la guerra electrónica, las operaciones de interferencia y engaño proporcionan una lección objetiva de lo que se puede conseguir si se utiliza un plan de contramedidas cuidadosamente planificado para apoyar una operación única en su género. En ese sentido, el Día D fue una sorpresa electrónica total para los técnicos del radar alemán.

Nos falta por ver otra de las acciones en las que el radar fue determinante: los lanzamientos de tropas aerotransportadas detrás de las líneas alemanas, que veremos en el próximo artículo.

Publicado por Ignacio Mártil de la Plaza

Soy Doctor en Física (1982) y Catedrático de Universidad (2007) en el área de Electrónica. Realizo mi actividad docente e investigadora en la Universidad Complutense de Madrid, de carácter marcadamente experimental, en el campo de la física de los semiconductores. Soy especialista en propiedades eléctricas y ópticas de estos materiales, así como en dispositivos electrónicos y opto-electrónicos basados en ellos, siendo mi principal objetivo en la actualidad el estudio de conceptos avanzados en células solares. Mi trabajo científico se concreta en los siguientes indicadores principales: soy co-autor de más de 160 artículos científicos publicados en revistas de alto impacto de ámbito internacional; he presentado más de 100 Ponencias en congresos internacionales; he participado y participo, como Investigador Principal o como miembro del equipo investigador, en 25 proyectos de investigación financiados con fondos públicos en concurrencia competitiva; he dirigido 7 Tesis Doctorales; finalmente, soy evaluador de publicaciones (“referee”) de 15 revistas científicas internacionales. Fuera del ámbito académico, tengo un blog personal de divulgación científica en el diario Público, (“Un poco de ciencia, por favor”); soy colaborador de El País, OpenMind, El Confidencial, El Periódico de la Energía, etc. En las Redes Sociales, tengo perfiles en Instagram, Twitter, YouTube y Facebook, en este último caso, con más de 775.000 seguidores.

3 comentarios sobre “El radar en el desembarco de Normandía (2/4): Operaciones de engaño al radar alemán

Deja un comentario